18 febrero, 2012

Entre el amor y la derrota (version final)

Una semana sin ver a Jessica me pareció eterno. Durante esta eternidad mi tobillo se recuperó al 100 por ciento. Podré jugar la semifinal con mi equipo contra el de Jessica. Hoy me desperté con la incertidumbre de qué le voy a decir cuando la vea. Llegó la hora del entrenamiento final. Ella estaba ahí sentada platicando con su mejor amiga. Yo estaba entrenando. Al terminar el entrenamiento fui a saludarla, pero no sabía como. Así, que decidí saludarla. Ella afectuosamente me abrazó y me dijo que me había extrañado mucho. Ese instante fue especial para mí.


De regreso a mi casa sentí que alguien me seguía. Era el exnovio de Jessica. Me alcanzó y me reclamó del porque estaba yo hablando mucho con ella. Lo ignoré, él se molestó más y con groserías me insulto por toda la calle. Seguí caminando hacia mi casa. Al estar a escasas tres casas se detuvieron frente a mí. Él es un chavo fuerte, alto –más que yo-, y practica box. Al ser yo más inteligente, lo esquivé y seguí mi camino. Siendo quería darle una paliza. Pero yo soy una persona tranquila.

Más tarde, para fortuna mía, Jessica me habló para preguntarme si nos podíamos ver en el parque que está enfrente de su casa. Respondí que si –como a todo lo que ella me pidiera-. Es un amor prohibido el que yo siento por Jessica. Es algo que me excita más. Hay muchos obstáculos: su ex novio me odiaba, era capitana del otro equipo, mi equipo no estaba de acuerdo con esta relación, su entrenador también se oponía.

Esa tarde fue especial. Estuvimos sentados por horas, platicando sobre temas que nos hacían reír. Mientras comíamos un helado de chocolate, el ambiente se puso romántico. La conversación empezó a ponerse más intenso y quise preguntarle si quería ser mi novia pero no me atreví. Sabía que si me decía que sí, no duraríamos mucho, puesto que la semifinal era contra su equipo. El hecho de ganarles o de que nos ganaran sería motivo de burla para uno y enojo para otro.

El partido comenzó. Mi equipo estaba ganando. Los ánimos se calentaban. Al final, en el último y decisivo punto, vi un ligero hueco en la cancha contraria, me di cuenta de que hay estaba Jessica y -arrepentido de antemano- clavé el balón. Ella al final del juego se retiró del lugar. Yo no sabía si festejar o llorar, ya que por una parte me sentí muy feliz por haber pasado a la final, y por otra, triste: ya que pude haber perdido el amor de mi vida



13 febrero, 2012

Entre el amor y la derrota


Una semana sin ver a Jessica se me hizo eterna. Eternidad en la cual mi tobillo se recuperó al 100 por ciento. Podre jugar la semifinal con mi equipo contra el equipo de Jessica. Hoy me desperté con la incertidumbre de que le voy a decir cuando la vea. Llegó la hora del entrenamiento final. Ella estaba ahí sentada platicando con su mejor amiga. Yo estaba entrenando.  Al terminar el entrenamiento fui a saludarla, pero no sabía cómo,  así que decidí por decirle “hola como has estado”.  Ella afectuosamente me abrazo y me dijo “hola te extrañé mucho”.  Ese instante fue especial para mí.
De regreso a mi casa sentí que alguien me seguía, era el ex novio de Jessica. Me alcanzó y me reclamó del porque estaba yo hablando tanto con ella. Lo ignoré. Seguí caminando hacia mi casa. Al estar a escasas 3 casas se detuvieron frente a mí. Él es un chavo fuerte, alto –más que yo-, y practica box. Al ser yo más inteligente. Lo esquive y seguí mi camino. Siendo sincero en lo más profundo de mi ser quería darle una paliza. Pero yo soy una persona muy tranquila.
Más tarde, para fortuna  mía. Jessica me habló para decirme que si nos podíamos ver en el parque que está enfrente de su casa. Respondí que si –como a todo lo que ella me pidiera- para después pensar acerca de ello. Es un amor prohibido el que yo quiero tener con Jessica. Es algo que me excitaba más. Había muchos obstáculos de por medio: su ex novio, era capitana del otro equipo, mi equipo no estaba de acuerdo con esta relación, su entrenador también se oponía nuestra relación.
Esa tarde fue especial. Estuvimos sentados por hora. Platicando sobre temas que no conocíamos y que nos hacían reír. Comiendo un helado de chocolate, el ambiente se puso romántico y un poco nostálgico. La conversación empezó a subir de tono. En un momento quise decirle si quería ser mi novia pero no me atrevía. Sabía que si me decía que si no duraríamos mucho siendo felices. Puesto que la semifinal era contra su equipo. El heho de ganarles o que nos ganaran seria motivo de burla para uno y enojo para otro.
El partido comenzó, mi equipo estaba ganando. Los animos se calentaban. Al final en el ultimo y descisivo punto ví un ligero hueco en la cancha contraria, vi a Jessica y con una mirada de arrepentimiento clave el balon. Ella en ese momento se retiro del lugar. Yo no sabia si festejar o llorar, ya que por una parte me senti muy feliz por haber pasado a la final y por otra triste ya que pude haber perdido el amor de mi vida.                  

12 febrero, 2012

Mi recuperación ha sido tan rápida que los doctores no lo podían creer. Mi dedicación rindió frutos para que no pasara mucho tiempo sin dejar de jugar. Yo iba a los partidos aunque no fuera a jugar pero era un buen motivo para hablar con Jessica. No podía olvidar el pequeño pero hermoso momento que platicamos. Los partidos pasaban y mi equipo no perdía uno. Se acercaban las finales. Mis ansias de recuperarme al 100 por ciento eran grandes. Yo quería jugar contra el equipo varonil en el que jugaba Jessica.


Este sábado ocurrió algo extraño ya que los últimos de la tabla- los que peor juegan- ganaron al equipo de Jessica que en esta jornada eran el primer lugar. Esto frustró a la niña de mis sueños. Era la oportunidad perfecta para poder establecer una conversación con ella. Me decidí a hacerlo. Lo primero que pensé en decirle fue “me gustas mucho quieres ser mi novia” pero sabía que no era el momento más adecuado. Cuando salió del vestidor estaba triste y enojada. Me acorde de que a ella no le gusta que le tengan lastima, o disfrazarlo con compasión. El empezar a hablar yo me comporte un poco cortante. Ella quedo intrigada por mi actitud. Me pidió mi número telefónico. Yo estaba tan nervioso que lo olvide, pero ella me dio el suyo. Se despidió con un llámame. La esperanza tenia cada vez más sentido.

Aún era temprano cuando le llamé. Aproximadamente eran las 3 de la tarde. Quedamos de acuerdo en vernos más tarde. Yo llegue puntual a la cita, pero ella se retrasó por casi media hora. Al llegar ella note una lágrima en sus ojos. Sin preguntarle la abrasé. Ella me relató lo que sucedía. Su situación era difícil, había terminado su relación con su novio después de 6 años de estar juntos. Sabía que esa era mi oportunidad de enamorarla, pero sin convertirme en su mejor amigo. Ese día la pasamos increíble. Nos divertimos como niños en la feria. Al anochecer me pidió que la llevara a su casa, que por cierto quedaba lejos.

Al llegar, no había alguien en su casa. Creo que un pensamiento nos unió. Era el de entrar a la casa y compartir la noche juntos, aunque los motivos eran diferentes. El mío era compartir ese ritual de amor con ella y el suyo era vengarse de su novio. Yo como todo caballero dejé que entrara a su casa. Ella salió y cual adolescentes de 15 años me beso apasionadamente. Al terminar sin decir alguna palabra se metió a su casa y cerro.

Es una gran luz para mí.