Hoy llegué a mi casa y como era de esperarse me dieron la
regañada de mi vida. Trate de explicar lo que había sucedido pero mis padres no
me dieron oportunidad. De repente mi
cabeza se llenó de pensamientos creados por el impulso. Decidí tomar mis cosas
y salir de mi casa sin antes cobrar a mi papá algunos pesos que me debía. Ellos
con un tono de voz raro, que nunca había escuchado, me dijeron que no volviera
hasta que sea una persona completa.
Con todas mis cosas vine al departamento de Daniel. Donde cabremos
apretados pero en compañía. Cuando entre y le dije a mi amigo que me quedaría con
él, salto del sillón para abrazarme como nadie lo ha hecho. Salió inmediatamente.
Cuando regresó venia cargando 2 bolsas y atrás de el Bogdan y Javier Hugo. Con una
frase muy característica de él me invitó una cerveza y dijo:
—la vida es una fiesta y hay que celebrar.
Yo con mi cabeza revuelta por todo lo que había pasado tome
y brinde con ellos. Llegamos a un punto en el cual no había regreso pero el
problema era que se había acabado el dinero y el alcohol. Para lo único que nos
alcanzaba eran las botellitas de mezcal, eso dicen que es.
Terminamos alcoholizados y no parábamos de reír. Javier Hugo
vomitó. Bogdan solo nos veía con la cabeza cabizbaja pero también reía con
nosotros. Al filo de las 11 llego Mildred con varias amigas. Yo estaba tan
tomado que hablarle y empezar a besarme con ella no fue tan difícil.
Creo que las personas con las que voy a vivir no son buenas,
ni malas pero lo que si se, es que con ellos me siento feliz. Para mí la vida
no se trata de darles gusto a todos porque esa es la mejor forma de fracasar en
todos los sentidos.
Veremos que tal es mi estancia en este loco departamento
donde las aventuras salvajes y atrevidas
están a la vuelta del próximo cuarto. Espero que la cruda de mañana no sea tan
cruel o que Javier Hugo nos invite una birria de las que prepara su tía en el
barrio de tacubaya.
Checa el guión largo.
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